UN RECORRIDO POR LA NOCIÓN DE DISCURSO O LOS LÍMITES DE LA INTERPRETACIÓN

 

Thiago Barbosa Soares [1]

Universidade Federal do Tocantins/CNPq

thiago.soares@mail.uft.edu.br

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Resumen

El objetivo de este ensayo es problematizar los límites de la interpretación a partir de tres concepciones del lenguaje y sus repercusiones en este proceso, que desemboca precisamente en los entresijos de la producción de significados. Para explicarlo, se examinan no sólo las nociones de lenguaje, sino también algunas teorías del discurso, que utilizan sus herramientas analíticas para comprender los objetos simbólicos que circulan en el circuito social, como el texto, por ejemplo. Además de criticar el deshilachamiento de la interpretación, se constató, a través del edificio argumentativo construido a lo largo del ensayo, que las fake news son el resultado de interpretaciones, ancladas en la interactividad dinámica del lenguaje, abierta por los usos operativos de la noción contemporánea de discurso y sus efectos adyacentes.

Palabras clave: interpretación; discurso; lenguaje.

 

A JOURNEY THROUGH THE NOTION OF DISCOURSE OR THE LIMITS OF INTERPRETATION

Abstract

The aim of this essay is to problematize the limits of interpretation based on three conceptions of language and their repercussions on this process, which ends precisely in the intricacies of the production of meanings. To explain this, we look not only at notions of language, but also at some theories of discourse, which use their analytical tools to understand the symbolic objects circulating in the social circuit, such as the text, for example. In addition to criticizing the frayed edges of interpretation, it was found, through the argumentative edifice constructed throughout the essay, that fake news is the result of interpretations, anchored in the dynamic interactivity of language, opened up by the operational uses of the contemporary notion of discourse and its adjacent effects.

Keywords: interpretation; discourse; language.

 

 

 

 

 

 

 

UM PERCURSO ACERCA DA NOÇÃO DE DISCURSO OU OS LIMITES DA INTERPRETAÇÃO

Resumo

Este ensaio possui o objetivo de problematizar os limites da interpretação a partir de três concepções de língua e suas repercussões nesse processo, cujo desembocar dá-se justamente nos meandros da produção de sentidos. Para explicar isso, é feito o rastreamento, não só das noções de língua, mas também de algumas teorias do discurso, que se voltam, por meio de seus instrumentais analíticos, para a compreensão dos objetos simbólicos circulantes no circuito social, como o texto, por exemplo. Além da crítica ao esgarçamento da interpretação, verificou-se, mediante ao edifício argumentativo construído ao longo do ensaio, que fake news são fruto das interpretações, ancoradas na interatividade dinâmica da língua, abertas pela operacionalidade dos usos da noção contemporânea de discurso e seus efeitos adjacentes.

Palavras-chave: interpretação; discurso; língua.

 

1  CONSIDERACIONES INICIALES

La interpretación es un proceso muy complejo en el que intervienen diversas destrezas. Se lee para interpretar. En esta dirección, ya es posible distinguir una comprensión del lenguaje, por supuesto, tomándolo como el material a través del cual se interpreta. Sin embargo, es importante destacar que la interpretación se lleva a cabo por innumerables objetos simbólicos, pero como ya ha explicado Benveniste (2014, p. 191), sólo el lenguaje es un interpretante capaz de describir todos los demás sistemas de producción de significado.

El lenguaje, según la perspectiva descrita, interpreta, por lo que la lectura se confunde con la interpretación, y de forma similar la descodificación se extendió a la lectura durante mucho tiempo. Estos enfoques y sus propiedades teóricas implican una concepción del uso del lenguaje. Una concepción muy antigua del lenguaje es que éste refleja el mundo y el pensamiento (Koch, 1998, p. 9). Dentro de esta concepción, el lenguaje sirve para representar el mundo, el pensamiento y el conocimiento. Otra concepción, relativamente moderna, es la de instrumento de comunicación. La lengua, pues, se percibe como un código con el que un emisor comunica mensajes a un receptor. En esta última perspectiva, la función principal del lenguaje es la transmisión de información.

De reflejar el mundo a transmitir contenidos, el significado del lenguaje ha cambiado hasta el punto de que la interpretación también ha pasado a concebirse de forma diferente. Según el primer enfoque, interpretar significa recrear los objetos simbólicos impresos en el reflejo del mundo y sus objetos. Según el segundo enfoque, interpretar es descodificar el mensaje.  Marcuschi (2008) critica ambas concepciones del lenguaje por producir "teorías de la comprensión y de la producción textual en las que, por un lado, existe el texto con contenido objetivamente inscrito y, por otro, individuos que, en condiciones específicas, pueden captar el contenido sin mayores problemas" (Marcuschi, 2008, p. 139). En este sentido, tanto el lenguaje como el mundo están previamente descritos y pueden correlacionarse biunívocamente. Por lo tanto, el texto y sus procesos internos son, dentro de estas visiones, un objeto acabado y la designación extensional de las cosas por medios lingüísticos.

Existe otra comprensión del lenguaje que, a su vez, genera una nueva posibilidad de interpretación. La tercera visión del lenguaje es la de un lugar de acción o interacción. En esta, hay una acción interindividual, orientada a fines y a la práctica de los más diversos actos (de lenguaje). Según Soares (2018), esta perspectiva trabaja con "el lenguaje como una actividad socio-cognitiva en la que la interacción, la cultura, la ideología, la experiencia y los aspectos situacionales interfieren en diversas prácticas sociales, especialmente en la producción e interpretación de textos" (Soares, 2018, p. 81-82). Así, el texto es percibido como un evento enunciativo-discursivo. Aquí, el texto gana su más alto estatus: "una actividad de interacción y coproducción de significados compartidos" (Marcuschi, 2008, p. 139). Con esto, "se llegó a dos consensos: que usar el lenguaje es una forma de actuar socialmente, de interactuar con los demás, y que estas cosas sólo ocurren en los textos (Antunes, 2009, p. 49).

Todo este rastreo de las tres concepciones del lenguaje y sus repercusiones en el proceso interpretativo conduce precisamente a los límites de la interpretación, tema de este ensayo. Si no fuera por este recorrido, que va desde la mimesis completa del mundo, pasando por la descodificación de la información hasta el lenguaje como interacción, sería muy difícil entender su funcionamiento actual en sus registros oral, escrito y multimodal. Por ello, en el siguiente apartado, se podrá ver la conexión entre los límites de la interpretación, su deshilachamiento y los usos de la noción contemporánea de discurso, ya que a continuación se presentarán algunas nociones de discurso y su aparato conceptual.

 

2  TEORÍAS DEL DISCURSO: VÍAS INTERPRETATIVAS

A partir de la operacionalización del lenguaje, interpretante último, como interacción social, emergen posibilidades de teorizar tanto la producción de significados como la comprensión de los mismos, desde una nueva perspectiva interpretativa. Cabe destacar la propia sistematización por la que la Lingüística se eleva a ciencia piloto (Dosse, 2007), ya que se pasa de las propiedades teóricas del lenguaje a sus usos y empleos. Saussure, en el Curso de Lingüística General, al explicar el objeto de la Lingüística, crea el concepto de signo lingüístico, cuya relación es negativa, ya que un signo es lo que otro no es. De esta forma, Saussure prescribe la lengua como un "sistema de signos arbitrarios" (Saussure, 1972, p. 87). Esta conceptualización estructuralista, que sigue vigente en la actualidad, hizo posible la aparición de concepciones relevantes para la formulación de las teorías del discurso.

Mikhail Bakhtin, en la Estética de la Creación Verbal, al referirse al uso del lenguaje, dice que éste "tiene lugar en forma de enunciados concretos y únicos (orales y escritos), proferidos por miembros de tal o cual campo de la actividad humana" (Bakhtin, 2011, p. 261). Derivada de esta proposición heurística, se desarrolla una teoría dialógica del discurso, dentro de la cual los textos se forjan según principios praxeológicos de uso y función social. Así, el discurso, como construcción social que se moldea en un conjunto de géneros textuales, es un eco de las diferentes voces en disputa en el espacio colectivo. De este modo, la discursividad evoca la continuidad del eco de las voces sociales, representaciones dispuestas en el circuito de la comunicación, para discutir y evaluar las propias relaciones sociales transformadas en contenidos compositivos, formateados por funciones específicas de uso y circulación.

 Junto a esta teoría dialógica del discurso existe otra perspectiva materialista, el Análisis del Discurso, desarrollada bajo los auspicios de Michel Pêcheux. Para elaborar una herramienta analítica organizada, este autor parte de la concepción muy saussuriana (durkheimiana) del lenguaje: "el lenguaje es un hecho social". Dada esta propiedad interna del lenguaje, su convención (Mazière, 2007), Pêcheux define el discurso como "efectos de sentido entre los puntos A y B" (Pêcheux, 2010, p. 81). Soares (2018), explicando la fórmula de discurso propuesta por Pêcheux, dice: "Los puntos A y B son las posiciones ocupadas por los sujetos atravesados por la historia; los efectos de sentido se construyen en el uso del lenguaje; la historia compone las condiciones de producción de los efectos de sentido" (Soares, 2018, p. 108).

Aparte de algunas diferencias epistemológicas, especialmente con respecto al sujeto y su constitución simbólica, la teoría dialógica y el análisis del discurso son perspectivas cuya comprensión del uso y la función del lenguaje se centra en la praxeología del lenguaje en el circuito social, con el fin de describir las formas y los contenidos de los textos, de acuerdo con una visión materialista de la sociedad. En otras palabras, las disimetrías se entienden no sólo en el carácter visible de los objetos simbólicos examinados y, en consecuencia, interpretados, sino que son parte integrante del proceso interpretativo en el que se centran ambas teorías del discurso. En otras palabras, dado que ambas teorías suelen tener el lenguaje como acción interactiva dentro de sus formulaciones, hacen explícitos, con vistas a la interpretación, los elementos menos aparentes que engendran los significados inicialmente perceptibles. 

Otra teoría del discurso que se centra en la producción de significados en el circuito colectivo se deriva de la obra de Foucault. Ésta, diferente de la matriz epistemológica materialista de las anteriores, se centra en la descripción e interpretación de las relaciones de poder, dispersas en el tejido social, para presentar el discurso como, en palabras del autor, "un conjunto de enunciados, en la medida en que se basan en una misma formación discursiva" (Foucault, 2013, p. 131). En esta dirección, Foucault (2013) afirma: "Así concebido, el discurso deja de ser lo que es para la actitud exegética: un tesoro inagotable del que siempre pueden extraerse nuevas riquezas, y cada vez imprevisibles" (Foucault, 2013, p. 147). A través de este sentido del discurso, Foucault (1999) asume que "El análisis de las discontinuidades, por el contrario, busca más bien poner en evidencia la coherencia interna de los sistemas significantes, la especificidad de los conjuntos de reglas y el carácter de decisión que asumen" (Foucault, 1999, p. 495-496). Según esta perspectiva, describir e interpretar los procesos discursivos significa también comprender las discontinuidades borradas en la producción de sentido.

Por lo tanto, incluso en las teorías del discurso de matriz materialista, lo externo al texto se incorpora a la dinámica interpretativa como parte integrante de la construcción de sus significados y efectos; según una perspectiva ultrarracionalista, el texto y sus semiosis adyacentes participan de una segmentación estructurante, según la cual las borraduras promueven el necesario funcionamiento de las relaciones de poder. Frente a estas simplificaciones, Soares (2022), al considerar las diversas conexiones entre las teorías del discurso, afirma que "Mucho se puede decir sobre el discurso, pero antes que nada, es fundamental comprender que el discurso es la sociedad misma funcionando manifiestamente a través de los juegos de significados" (Soares, 2022, p. 20).

Ante estos movimientos de significados que circulan en las más variadas modalidades textuales producidas en el circuito social, se puede corroborar esta observación de Soares (2022): "Sin el lenguaje, no podríamos interpretar nada. Por eso, el discurso y sus fuerzas antagónicas se analizan a través del lenguaje" (Soares, 2022, p. 20). Precisamente por estas aperturas en la interpretación, producidas por las nociones de discurso, propiciadas por la visión del lenguaje como interacción social, se critica a las teorías del discurso por eliminar los límites de los significados producidos en los objetos semióticos, permitiendo, mediante la aplicación de las herramientas analíticas de estas teorías, otras lecturas disruptivas, recursivas o tensoras. Para profundizar en este problema, en la siguiente sección se presenta una crítica de la noción de discurso y su impacto en la interpretación.

 

3 EL PODER DE LA INTERPRETACIÓN: LOS EFECTOS DE LAS TEORÍAS DEL DISCURSO

Antes de criticar los efectos del discurso, tal y como los elaboran algunas teorías − entre ellas las mencionadas anteriormente −, merece la pena repasar brevemente las tres visiones del lenguaje: como reflejo; como codificación y descodificación; y como interacción. La primera proviene de la comprensión de que existe una equivalencia entre el uso del lenguaje y el mundo y sus miembros, como "El principio fonográfico se manifiesta por correspondencias entre unidades sin sentido del habla (fonemas o sílabas) y unidades sin sentido de la escritura (fonogramas o silabogramas)" (Jaffré, 1997, p. 9 apud Nunes; Bryant, 2014, p. 22). De forma algo más distante, la segunda visión del lenguaje se basa en la teoría de la comunicación, perfeccionada por Jakobson (2010), que propuso seis factores constitutivos del proceso de comunicación y los asoció a las actuaciones llevadas a cabo por el lenguaje, centrándose en la codificación y decodificación de los significados producidos en cualquier tipo de texto. Por último, la tercera concepción del lenguaje tiene como objetivo entender el lenguaje como una acción en la sociedad, que puede resumirse en la siguiente explicación de Paulo Freire: "La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, razón por la cual la lectura posterior de la palabra no puede ser sin la continuidad de la lectura de la palabra" (Freire, 2011, p. 19).

Dentro del horizonte trazado por esta breve encuesta, se puede decir que las teorías del discurso se alinean con la tercera perspectiva, ya que consideran el discurso, el uso y la utilización tanto de los expedientes del lenguaje como de las relaciones dispuestas en el circuito colectivo, como interacción, aportando así gravedad al lenguaje en sus múltiples actuaciones. Esta importancia del discurso, especialmente dentro de las teorías del discurso, es criticada por Pluckrose y Lindsay (2021): "El "análisis del discurso" desempeña un papel central en todas las áreas; los académicos examinan el lenguaje de cerca y lo interpretan de acuerdo con sistemas teóricos de referencia (Pluckrose; Lindsay, 202, p. 58; citas de los autores). Este punto, insertado en el contexto en el que las palabras actúan, hieren y crean la realidad, demuestra una especie de deshilachamiento del discurso, o de las herramientas para analizarlo, ya que se orienta por otras críticas, como la de que, según Pluckrose y Lindsay (2021), "el significado es siempre relacional y diferido, nunca puede ser alcanzado, y existe sólo en relación con el discurso en el que se inserta" (Pluckrose; Lindsay, 202, p. 38).

En esta evaluación del poder del discurso y de sus mecanismos de investigación, Pluckrose y Lindsay (2021) apuntan a la sustitución de la percepción de una realidad única y universal por supuestos saberes y verdades múltiples e igualmente válidos, en los que el conocimiento, la verdad, el significado y la moralidad adquieren otros valores, ya que, en la etapa actual de las sociedades occidentales, éstos son "culturalmente construidos y productos relativos de culturas individuales, ninguna de las cuales posee las herramientas o los términos necesarios para evaluar a las demás" (Pluckrose; Lindsay, 2021, p. 26). Esta visión ha sido desentrañada por las nociones articuladas de episteme -un conjunto dominante de ideales y valores- y regímenes de verdad -verdades provisionales que cambian según la episteme predominante vigente en un momento dado- (Foucault, 1999). Surge entonces la pregunta: ¿qué hay de malo en que las verdades estabilizadas, como formas de poder difundidas por los discursos que circulan en la sociedad, pierdan ese estatus?

Aunque la pregunta parece sencilla, su respuesta es muy compleja y no entra plenamente en el ámbito de este ensayo, pero una reflexión, suscitada por la pregunta, es parte integrante de los límites de la interpretación basada en la noción de discurso y sus elementos de estudio, a saber: si, como nos dimos cuenta al describir algunas teorías del discurso, los objetos del discurso y el discurso mismo son construcciones sociales, así como sus lecturas -ya que son interacciones fabricadas por los discursos-, la verdad también es una construcción social, según la interpretación de Foucault (1999), entonces ¿la mentira también es una convención?

Es aquí donde se encuentran las fronteras deshilachadas de la interpretación cuando se utiliza la noción de discurso, porque todos los objetos simbólicos, presentes en todos y cada uno de los textos en sus más variados registros, son construcciones sociales que pueden ser interrogadas utilizando las herramientas analíticas de las teorías del discurso. De este modo, si la verdad, la mentira o, en el límite, las ciencias son dispositivos de control del saber y del poder, lo que diferencia las fronteras de los discursos es precisamente la gestión de sus regímenes de verdad. Por tanto, se interpreta lo que se debe o lo que se puede. Sin embargo, si la estabilidad de las verdades transmitidas por los discursos y sus interpretaciones consolidadas pueden ser diferentes, parece surgir un posible conflicto (generalizado): las verdades y las interpretaciones pueden elegirse según el sabor del momento.

Para que la discusión no se torne absolutamente abstracta y avance hacia su conclusión, se apela a la principal repercusión de los tiempos modernos, que a su vez es hija de la visión interaccionista del lenguaje y de la aplicación de la noción investigativa del discurso, a saber: las fake news.  Este fenómeno social tiene actualmente varias descripciones, entre ellas: "contenido que proporciona información falsa o engañosa que parece un hecho periodístico y se propaga principalmente a través de las redes sociales" (HImma-Kadakas, 2017 apud Melo-Pfeifer; Gertz, 2022, p. 339); se basa en la "ignorancia o falta de conocimiento sobre hechos reales" (Galvão, 2020, p. 40); y "las fake news no son sólo mal periodismo.  Son una amenaza para la democracia y la sociedad" (Yurkova, 2018 apud Ted, 2018). Dadas estas explicaciones, se puede decir que las fake news, una de las derivadas de la construcción social de la verdad y sus lecturas, responden al deshilachamiento de la interpretación según el relativismo en competencia con noticias que pueden ser verdaderas.

 

 

 

 

4 CONSIDERACIONES FINALES

Para comenzar esta sección, es necesario recordar que la interpretación atraviesa el tejido social y da un vínculo a las interacciones y, al mismo tiempo, da forma al conocimiento, como es el caso del sentido común que, según Rosenstock-Huessy (2021), "no se trata como un producto histórico. Pero el sentido común es el producto final del conflicto entre la naturaleza animal del hombre y los papeles sociales que le confieren los nombres" (Rosenstock-Huessy, 2021, p. 69). Se trata de una episteme anclada en reflejos culturales, lingüísticos y políticos, entre otros, responsable de innumerables intercambios relativamente significativos, pero que, por otro lado, presenta una serie de problemas irresistibles a la verificación científica. En este sentido, se puede decir que el sentido común está constituido por una cadena de creencias, rituales, comportamientos, entre otros elementos, que forman parte de fórmulas de interpretación que, en muchos casos, se nutren de otras áreas del conocimiento humano, como la ciencia. En otras palabras, el sentido común es, a pesar de los juicios negativos o positivos que en él se incrustan, una interpretación relativamente estable del mundo y de sus componentes.

Sin embargo, el sentido común es juzgado, en la inmensa mayoría de los casos, por sus defectos, sus imperfecciones y sus problemas asociados, como si para secar al bebé de su bañera hubiera que tirarlo con el agua de la palangana. Ahora bien, saber interpretar no consiste sólo en reflejar los objetos del mundo, como ya se ha hecho; no se trata de codificar y descodificar; no parece que se trate sólo de emplear la noción de discurso sin tener en cuenta el tiempo, el espacio y las relaciones orgánicamente construidas y, precisamente porque no existe una delimitación objetiva para la interpretación, ésta se ha colocado en el lugar propio de la construcción y la representación sociales, de modo que su deshilachamiento ha engendrado las fake news. Es imperativo concordar con el principio de que la producción de fake news está en franco diálogo con la visión contemporánea del lenguaje, pues al actuar a través de los recursos disponibles para ello se crea la posibilidad de fabricar no sólo este tipo de textos, sino otros con consecuencias también nocivas para el cuerpo social.

Las interpretaciones anticientíficas, conocidas como discursos negacionistas, parecen ser fruto del deshilachamiento de la interpretación, ya que están lideradas por quienes creen en la no evidencia o simplemente en el empirismo simplificado. En cualquier caso, la episteme contemporánea, capaz de subvertir todos y cada uno de los órdenes de interpretación preestablecidos, no permanecerá indemne en este proceso dinamizado por las nuevas tecnologías digitales a las que casi todo el mundo tiene acceso. En este sentido, se impone, por lo tanto, una reflexión seria, más allá de los prejuicios existentes en la academia, sobre la interpretación y sus límites, asociada a la operatividad de las teorías del discurso, pues sin tal empresa, con el apoyo de los sectores educativos y de otras instituciones responsables de la difusión de conocimientos cualitativamente verificados, quedará, tal vez no lejos de este momento actual, una interpretación (válida) para cada sujeto en relación a cualquier objeto simbólico, como su modo de actuar en el mundo.

 

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[1] Doutor em Linguística pela Universidade Federal de São Carlos (UFSCar).  Professor adjunto no curso de Letras e no Programa de Pós-Graduação em Letras da Universidade Federal do Tocantins (UFT). Pesquisador bolsista de produtividade do CNPq. Lattes:  http://lattes.cnpq.br/8919327601287308. Orcid: https://orcid.org/0000-0003-2887-1302.